martes, 16 de junio de 2009

El Lenguaje de la Intercesion



Autora : Cindy Jacob
Tomado de su libro “Conquistemos las puertas del Enemigo”


Domingo por la mañana. ¡Qué momento tan emocionante para un creyente nuevo! Susan está entusiasmada por todo lo que Dios está haciendo en su vida y con las cosas nuevas que a diario está aprendiendo. Luego de ubicarse en su asiento echa un vistazo a los anuncios semanales en el boletín y se detiene en el renglón que dice: «¡Grupo de intercesión de mujeres, martes por la mañana! Por favor, ven y participa del tiempo de oración a favor de tu familia, la iglesia y nuestra ciudad».

Susan siente en su corazón algo que la impulsa. ¿Podría orar por las necesidades de otros? Pone el anuncio en su cartera, ansiando la llegada del martes.

El martes por la mañana llega a la iglesia, deja a su hijo en la sala de cuna y entra en el cuarto donde se está llevando a cabo la reunión.

El líder de oración pide atención para dar inicio a la reunión y Susan espera ansiosamente para recibir las instrucciones. Tiene disposición para aprender. Pero a continuación le invade la confusión al oír algo que se parece a esto: «El pastor Todd me escribió una nota esta mañana haciendo referencia a una gran fortaleza que ha venido en contra de las finanzas de la iglesia. Este yugo financiero ha estado estrangulando a la iglesia durante todo el verano y debemos atar el control que ejerce el enemigo sobre los fondos que necesitamos, para poder pagar nuestras cuentas. Pongámo¬nos de acuerdo en oración para desatar la voluntad de Dios e intercedamos hasta tener la certeza y hasta quebrar el poderdel enemigo».

Para cuando el líder comienza a orar Susan siente pánico. Los pensamientos giran en su cabeza: ¿Qué cosa me hace pensar que yo puedo ser una intercesora? Ni siquiera comprendo la mitad de lo que dijo.

Esta escena es bastante frecuente en nuestras iglesias hoy día. Eventualmente, si Susan no se da por vencida, comen¬zará a descifrar el código del lenguaje de la intercesión y podrá comprender el significado de palabras como ponerse de acuerdo en oración, atar, desatar. Tristemente, en muchas ocasiones estas palabras llegan a ser sólo una oración recitada, porque la comprensión que se tiene de ellas es vaga. Muchos grupos de oración carecen de verdadera autoridad porque no han recibido la enseñanza necesaria sobre el significado bíblico de las palabras que usan en oración. Cuando la oración se convierte en una jerga, entonces resulta en los malos entendidos, las malas interpretaciones y laconfusión.

1 Corintios 1.10 nos implora:

Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Este capítulo tiene como finalidad establecer una clara definición de la terminología de fe para que los intercesores puedan hablar un mismo idioma y orar con mayor entendimiento y autoridad.

Ponerse de acuerdo en oración

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Mateo 18.19

Los ojos del mundo estaban fijos en el muro de Berlín. Ocurrían hechos increíbles y la gente de los medios de comunicación en todas partes expresaban su sorpresa mientras se escribían páginas de la historia en Alemania. Al parecer, el derrumbe del muro de Berlín era un acontecimiento no esperado. Sin embargo, para un grupo de personas, la destrucción del muro de Berlín no sólo había sido profetiza¬do sino que también lo aguardaban. Los intercesores de Dios en todo el mundo se habían puesto de acuerdo con respecto a este tema en oración. Sospecho que la mayoría de los guerreros de oración no tenían idea de que había otros a quienes les había sido asignada la sorprendente tarea de orar para que Dios derribase este muro político. Ellos simplemen¬te oraban por aquello que el Señor les indicaba.

Algunos de los principales líderes mundiales asistieron a una reciente reunión de la «Red de guerra espiritual» ubicada j en Pasadena, California. El tema del muro de Berlín surgió en un círculo de treinta personas, del cual yo formaba parte, y fue interesante oír los relatos que nos hacían muchos de ellos, con respecto a su destrucción.

Por ejemplo, Dick Eastman nos dijo que había orado frente al muro un día de frío intenso, poniendo sus manos sobre él y pidiendo que se viniera abajo. Dijo que no pensaba que se derrumbaría de inmediato, como los muros de Jericó, pero que eventualmente por cierto llegaría a desmoronarse. Otra líder de oración, la hermana Gwen Shaw de las «End-Time Handmaidens» [Siervas del tiempo final], había estado en Berlín con un grupo de intercesoras dos años antes de que cayera el muro. Ella también se paró frente a él y oró para fuera derribado. Un poco más de un año antes de que se derrumbara, oré por un misionero que nuestra iglesia local enviaba a Alemania del Este. Me sorprendió oír que salían de mi boca las siguientes palabras: «Quebraré las puertas de bronce y las barras de hierro, y el muro será literalmente desarmado pieza por pieza y ladrillo por ladrillo, y dejaré ir a mi pueblo». Sabía que otros debían recibir una revelación similar pero en ese momento no estaba enterada de quiénes eran ellos.

Otro informe que me llegó, independientemente de esa1! reunión, era que los estudiantes de «Christ For The Nations» en Alemania habían orado asiduamente para que la pared i fuera abierta y el evangelio pudiera llegar. Esos estudiantes i tienen una fe especial para creer que tales milagros puedan | suceder: ¡El edificio adquirido para albergar su escuela bíblica fue construido para entrenar a algunas de las tropas más encumbradas de las S.S. de Hitler! Esto hace que me pregunte quién habrá orado durante el tiempo de Hitler para que el edificio algún día fuese utilizado para la gloria de Dios.

Todos estos casos son ejemplos de acuerdos en oración. En este caso el Señor hizo que sus hijos, en todo el mundo, orasen para que fuera hecha su voluntad en la nación de Alemania. Esto no es nada raro. De hecho, personalmente creo que cada vez que la historia ha dado un vuelco llevando las circunstancias hacia la voluntad de Dios, han habido intercesores que lo han precedido. Esto también se cumple en menor escala cuando dos o tres intercesores se ponen de acuerdo. En Amos 3.7 podemos encontrar un interesante concepto: «Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas».

Cuando leemos acerca de tales cambios producidos en las naciones y los pueblos por medio del acuerdo en oración, es posible que se nos planteen numerosas preguntas.

En primer lugar: ¿Cuál es el significado de ponerse de acuerdo en oración y con qué se compara?
El ponerse de acuerdo en oración es una de las armas más poderosas que se puedan usar en oración. La palabra acuerdo en el griego significa «ser armonioso o sinfónico». Podemos entender esto al usar el ejemplo de una sinfonía. Cuando toca una orquesta sinfónica, son ejecutados muchos instrumentos, aportando cada uno su propia característica a la combinación que oye el compositor. En una forma similar la Escritura nos dice que Dios usa muchos tipos de oración y a la gente que ora para orquestar su divina melodía de oración. Dios no coloca sobre un solo creyente el peso de la responsabilidad o la autoridad para ejecutar su voluntad en la tierra. Esto también demuestra la importancia de ocupar el lugar que nos corresponde en la oración. Podemos ayudar a poner el hombro para soportar una carga que tal vez sea demasiado, para que otro la soporte solo.

Ponerse de acuerdo también es comparable a llenar una botella con agua. Una persona le echa un veinte por ciento, otra un treinta por ciento, otra más le echa un diez por ciento y la última termina de llenar la botella al agregarle el cuarenta por ciento restante. Cuando la botella está llena hasta el borde o está rebosando, entonces el acuerdo está completo y la tarea ha sido finalizada. Es importante conocer este principio porque muchos sienten que sus oraciones son tan pequeñas que no cuentan para mucho. La verdad es que esas pequeñas oraciones tal vez conformen ese uno por ciento faltante, necesario para llenar la botella.

Otro punto importante, a tener en cuenta al llenar la botella, es que nunca sabes cuántos más están orando tam¬bién. Por lo tanto, cada uno debe orar con el mayor fervor posible.
Para algunos el hecho de que muchos otros están orando les sirve de excusa para no ser fervientes en sus oraciones. Recuerden que en la sinfonía de Dios cada instrumento es una parte integral del cuadro completo. Me gusta lo que una vez oí a un pastor decir a su congregación: «Quiero que ores como si fueras el único que está orando y como si el resultado dependiera de tu fidelidad». Si tú no oras cuando te toca interceder, Dios pondrá la inquietud en otro para que se ponga en la brecha, pero esto puede demorar el cumplimiento de sus propósitos.

Es interesante que cuando se juntan los intercesores, a menudo descubren que Dios los ha llevado a concentrarse en oración en las mismas áreas.

Otra pregunta con respecto a ponerse de acuerdo en oración es: ¿Porqué siento una urgencia tan grande cuando hay otros que también están orando?

A veces es porque estás haciendo una oración que llena la botella con el último poco de agua, una oración que Dios está usando para quebrar la resistencia final a la realización de su voluntad. Esto a menudo se logra por medio de una oración de lucha (la cual describiré en el siguiente capítulo) o tal vez por medio de súplicas. La persona involucrada en la última parte del proceso tal vez tenga unción al orar para detener o desviar un desastre. Aveces en esta instancia Dios revela la crisis a la persona que está orando. Un ejemplo de esto es la oración de Nehemías por los hijos de Israel en Nehemías 1.

Otra pregunta importante en referencia al acuerdo en oración es. ¿Cuántas personas hacen falta para orar hasta que una necesidad determinada sea satisfecha?

Varios factores determinan el número de personas que Dios llamará a la oración:

1. ¿A qué tipo de fortaleza te enfrentas? (Véase la explicación dada de la palabra fortaleza más adelante en este capítulo.) ¿La situación involucra a un individuo o fuerza que viene en contra de un grupo de perso- J ñas? Cuanto mayor sea la resistencia o más encumbrado el poder territorial, mayor será el número de personas requeridas para quebrar la fortaleza.

2. ¿Cuál es el nivel de autoridad espiritual de la persona que está orando? Esto no implica que haya oraciones más importantes que otras, pero hemos observado | que los veteranos guerreros de oración, aquellos que | han experimentado muchas veces la obra de Dios como respuesta a la oración, obtienen üria pronta* victoria cuando se ponen en la brecha a favor de ciertas situaciones. Esto sucede porque creen de todo corazón que Dios obrará al orar ellos de acuerdo con su voluntad. Hay cierta autoridad que destila de tal oración, y los enemigos de Dios saben que están en dificultades cuando esta autoridad resuena en una reunión de oración.

El ayuno acoplado a la oración es otro factor de vital importancia que se debe tener en cuenta con relación al número de oraciones necesarias para que sea hecha la voluntad de Dios. El ayuno multiplica varias veces el efecto de la oración. Es por esto que a menudo pedimos formar cadenas de ayuno, que acompañen a las oraciones elevadas en favor de asuntos de gravedad. El ayuno puede acceder a cosas que no son afectadas por la oración solamente.

La pregunta final es: Cuando se me acerca una persona que tiene una necesidad, ¿cuál es el procedimiento a seguir para lograr un acuerdo en oración?

Cuando le pides a otra persona que se ponga de acuerdo contigo en oración, debes considerar estos puntos:

1. ¿Cómo deben orar en lo que respecta a una necesi¬dad? Por ejemplo: puede ser que estés orando por un pariente enfermo y que tengas confianza en que Dios hará un milagro. Sin embargo, es posible que la persona con la que estás orando sólo le esté pidiendo al Señor que consuele a esa persona. Generalmente les pregunto a las personas que me llaman para presentarme un pedido de oración: «¿Cuál ha sido la guía del Señor para ti con respecto a la forma de orar por esta situación?» A veces estoy de acuerdo con la manera en que oran y otras no.

2. Si no estoy de acuerdo con la forma en que están orando, en lugar de decírselo a veces les menciono la guía que siento con respecto a la forma de orar. Si Pellos están de acuerdo con ese enfoque oro con ellos inmediatamente. De esa manera no necesito recordarlo más tarde ni sentirme sobrecargada de necesidades.

3. ¿Te ha dado Dios escrituras que tratan sobre esta necesidad? ¿Estás en unidad con la otra persona con respecto al asunto?

4. Si están de acuerdo, pueden orar una forma semejante a esta:

«Padre, estoy de acuerdo con lo que mi amigo te ha pedido para este día. Te agradezco que tu Palabra declare que "si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos". Ahora, Padre, de acuerdo con tu Palabra, te doy gracias por la respuesta a la oración. Tu Palabra dice que "la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". De manera que estoy orando con fe pidiéndote que hagas esto ahora. En el nombre de Jesús, Amén».

Orar hasta tener la certeza de la victoria

Orar de esta forma significa ser persistente en oración, hasta tener la seguridad de parte de Dios de que su voluntad ha sido cumplida en el plano terrenal.

Una de las preguntas que más se plantean por los princi¬piantes en la intercesión es: ¿Cómopuedo saber si he orado lo suficiente? Hay varias maneras de saber cuando la oración ha sido respondida:

1. Cuando el Espíritu Santo ya no nos trae el asunto a la memoria repetidamente. Dios seguirá moviéndonos a la oración al hacer que pensemos en la persona o situación hasta que se haga su voluntad.

2. Cuando intentamos orar acerca de cierto asunto y no tenemos ningún deseo de orar en lo absoluto. Creo que la mejor manera de describir esto es que el Espíritu Santo no da unción para seguir orando por el asunto. Es posible que lleguemos a ver la respuesta en lo natural y también es posible que no la veamos. Pero para Dios es un asunto cerrado.

3. Cuando Dios nos guía a las Escrituras que nos dicen que se ha obtenido la victoria.

4. Cuando Dios nos habla a través de circunstancias, haciéndonos saber que ya se ha ocupado del asunto en lo natural. Por ejemplo: la persona en cuestión recibe sanidad o es restaurada.
Una buena ilustración de cómo orar hasta tener la certeza y de cómo Dios me hace saber sin lugar a dudas que el asunto ha sido finalizado en los lugares celestiales, me sucedió un día mientras conducía mi automóvil. Durante cierto tiempo había estado muy preocupada, al igual que unos cuantos más, acerca de la necesidad de que la oración y los clubes bíblicos fueran autorizados nuevamente en nuestro sistema de educación pública. Sentíamos una gran urgencia con respecto a este tema, a causa de la tremenda declinación en la moralidad de los propios estudiantes y oramos al Señor para que cambiara la situación a través de la legislación. Fue interesante la forma cómo Dios me hizo saber que el asunto se había terminado, porque cuando sentí la certeza, ni siquiera pensaba en el tema de la oración en las escuelas; en realidad buscaba la guía de Dios con respecto al hecho de tener un ministerio itinerante.

Mientras conducía noté que la presencia del Señor llenaba el automóvil. ¿Alguna vez has notado que durante tus ratos de silencio con Dios, a menudo Él escoge contestar tus oraciones previas en lugar de contestar tus oraciones presentes, las que tú consideras que requieren una respuesta urgente? ¡Sus caminos son misteriosos pero nunca aburridos! Repentinamente vi una imagen del abogado Jay Sekulow de pie ante la Corte Suprema en Washington, D.C. Esto no era demasiado sorprendente, porque sabía que previamente él había presentado ante la corte un caso de los «Judíos para Jesús» y lo había ganado. Pero no conocía a Jay personalmen¬te y no existía ningún motivo para pensar en él. En la visión podía oír cómo presentaba argumentos a favor de que la oración fuera permitida nuevamente en las escuelas y que a los estudiantes se les permitiera orar. La fuerza de la visión me llenó de tal gozo y temor que comencé a llorar. Lloré con tanta intensidad que pensé que tendría que detenerme al costado del camino, pues apenas podía ver.

Más tarde ese día llamé a David Barton. Le conté la buena noticia. Estaba tan emocionada como si hubiera leído el informe en el periódico. Para mí, Dios ya había contestado y estaba hecho en los cielos. Por supuesto que aún restaba mucho por hacer en lo natural para poder ganar el caso, pero Dios había respondido y había hecho saber su voluntad al respecto. Lo interesante de mi llamada a David, para comu¬nicarle la noticia, fue que más adelante ¡él escribió el alegato «Amigo de la corte» que ayudó a que fuera ganado el caso de la oración en las escuelas!

Mi familia estaba de vacaciones en junio de 1990 cuando levanté el diario y leí el informe sobre la victoria obtenida por Jay en el caso que volvía a permitir clubes bíblicos en las escuelas. Lo que se había ganado en los lugares celestiales se convirtió en una realidad en la Corte Suprema de los Estados Unidos de América.

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